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Galería: momentos ácidos de Rius

Eduardo del Río García, Rius, dejó un enorme legado en libros, frases y caricaturas que ejemplifican los momentos ácidos de la política mexicana.
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Han pasado más de 40 años desde la publicación de estas historietas y  su vigencia es innegable. Los temas abordados, objeto de una sátira radical, han persistido hasta hoy. Es como si este país no hubiera cambiado en lo más mínimo: la selección de fut sigue siendo malísima, los impuestos se multiplican, las clases medias se empobrecen y los pobres son cada vez más pobres, por no hablar de la ignorancia, la corrupción y la prepotencia de los políticos. ¡Calzónzin vive... la joda sigue y sigue!

Los Supermachos y Los Agachados, las series de historietas que le dieron al principio su fama a Eduardo del Río Rius, creó un universo sociopolítico que pretendía ser una parodia del México posrevolucionario. Si en Los Supermachos la acción ocurre en el pueblo de San Garabato en el que un indio ilustrado e irreverente Calzonzín es el principal vehículo de crítica y humor, en "Los Agachados" el escenario es un pequeño pueblo llamado San Chente del Baúl. Donde conviven el cacique local, jefe del PRI en la entidad, el corrupto jefe sindical, el servil presidente municipal, el cura oscurantista y sus conservadoras devotas, un tendero español y ocasionales inversionistas gringos ávidos de hacer dinero a costa de todo y de todos.

Como personajes centrales Rius, alternó a un maestro de escuela y a un indio irreverente, inteligente aunque esta vez inculto Nopaltzín cuya misión era ridiculizar y denunciar los excesos, la hipocresía y la corrupción del sistema político mexicano. Ello, desde luego, haciendo referencias constantes a la actualidad de entonces y escenificando a un pueblo que es lo que es más por ignorancia y explotación injusta que por necesidad histórica.

En cada número, los acontecimientos narrados en sus historietas son la excusa para precipitar una revisión de algún episodio de la historia de México y el mundo o bien temas más generales, desde la figura de Galileo, hasta los pormenores de la era espacial. Allí se consolidó el formato único que tomaría después la obra de Rius: verdaderos intentos de usar a la caricatura y al humor para educar, politizar y despertar conciencias.

Sobre todo, ha explorado caminos cada vez más variados para educar haciendo reír. Anticlerical, antirracista, anticapitalista, antinorteamericano, Rius sigue siendo lo que siempre fue: un caricaturista mexicano siempre ocurrente y sumamente simpático.
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