¡Síguenos!En coincidencia con una nueva configuración en el Congreso local y a 30 días del relevo en los ayuntamientos, este 15 de septiembre, una de las arengas de Miguel Barbosa Huerta, “¡que reviva Puebla!”, llevó una carga de muchos mensajes.
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En la ceremonia del Grito de Independencia, desde el balcón de la sede del Poder Ejecutivo, Casa Aguayo, el gobernador fue puntual en las formas: al lado suyo, su esposa, los titulares de los poderes Legislativo, Judicial y el comandante de la XXV Zona Militar. Nadie más.
Entre los invitados estuvo el presidente municipal electo, Eduardo Rivera Pérez, quien despachará de nuevo en el Palacio del Ayuntamiento dentro de un mes, pero quien no fue convidado al rigor protocolario del balcón.
Antes de sus 36 arengas, Barbosa tañó tres veces la campana que se colocó en el Esquilón Zaragoza -llamado así por decreto oficial-, para abrir el Grito con el “vivan las heroínas y los héroes que nos dieron patria y libertad”.
Entre los vivas, destacó el dedicado “al personal de la salud que ha ofrendado su vida en el combate al Covid”.
Luego, en las arengas 32 y 33 vinieron los mensajes: “que viva Puebla” y “que reviva Puebla”.
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Por la mañana de este mismo 15 de septiembre, rindieron protesta los integrantes de la LXI Legislatura, que acompañará los próximos tres años del mandato barbosista y el colofón de este gobierno.
Hasta horas antes, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) mantuvo la incógnita sobre la configuración completa y final de Congreso.
Llegaron los 41, en una composición inusual, con un resquicio de oposición al gobernador, en su mismo partido.
En el Grupo Legislativo del Movimiento Regeneración Nacional (Morena), con 18 diputados y diputadas, hay siete beligerantes contra el mandatario, según han escudriñado los conocedores de la radiografía de los grupos políticos.
Sin embargo, en las bancadas de la oposición formal hay más disposición al diálogo que en esos detractores. La gobernabilidad se afianzará en la pluralidad de la composición de la legislatura.
En la cena en Casa Aguayo fueron invitados los coordinadores de los siete grupos legislativos.
El morenista Sergio Salomón Céspedes Peregrina acompañó al mandatario al balcón, en su rol de presidente del Poder Legislativo del estado.
Compartió proximidad en la mesa principal con el alcalde Eduardo Rivera; los dos con sus esposas.
El priísta Charbel Jorge Estefan Chidiac, quien comanda una bancada de siete integrantes, estuvo en las primeras mesas.
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Con el fin de la ceremonia oficial, vino la verbena. Los fuegos artificiales aparecieron y abrió su presentación la “Vecindad Santanera”, una fusión en vivo de la ya treintañera Maldita Vecindad y Los Hijos del Quinto Patio y la Sonora Santanera, con alineación completa de metales y bailarinas.
Antes, el “Son de la Negra” y “Qué Chula es Puebla”, que compuso el puertorriqueño Rafael Hernández Marín, acompañaron las luces que irrumpieron en el cielo oscuro.
En la transmisión del Sistema Estatal de Comunicación (SET), las tomas abiertas de drones dejaron ver iluminada la centenaria Casa Aguayo, que desde este gobierno es oficialmente la sede del Poder Ejecutivo, tras haber rechazado Miguel Barbosa ir a vivir y despachar a Casa Puebla, en Los Fuertes, ni a los suntuosos edificios CIS del morenovallismo.
En islas de 20 personas, separadas por vallas, los convidados a través de un registro abierto escucharon la actuación de la “Vecindad Santanera”, que abrió con el “Bómboro Quiñá”, del cubano Jorge Zamora Montalvo, “Zamorita”.
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En la cena, entre pozole y tostadas, algunos políticos se hacían ofrecimientos de “te llamo” y funcionaros platicaban con entusiasmo sus actividades.
No muy lejos, una pachanga sin carácter de ceremonia oficial ocurría en el Palacio del Ayuntamiento, el que dejará su aún inquilina, Claudia Rivera Vivanco, luego de haber fracasado con estruendo en su intención de conseguir la elección consecutiva.
Este 15 de septiembre se renovó el Poder Legislativo; los 217 ayuntamientos tienen su emplazamiento para el 15 de octubre.
Al entrar a escena los primeros minutos de la madrugada, aquella arenga, “¡que reviva Puebla!”, sonaba aún con eco y con muchos mensajes.