¡Síguenos!Aunque el presidente de Chignahuapan, Puebla, Lorenzo Rivera Nava, es miembro de una familia de abundante solvencia económica, su pobreza es inconmensurable.
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Ésta no tiene que ver con el signo de pesos, sino con las señales ignominiosas de la ignorancia, la soberbia y la descarada promiscuidad.
El joven, quien fue varios años dirigente del ala juvenil del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en Puebla, desconoce la lealtad a la ideología y a los principios, no tiene valores, y su promiscuidad política le ha valido incluso el desprecio de los integrantes de su propio partido.
Para muchos pasó inadvertido, pero la bancada completa del tricolor del Congreso local le hizo el vacío el pasado lunes 17 de octubre, en su Primer Informe.
La única representación formal y de Estado (con E mayúscula y con la definición de Thomas Hobbes) que el PRI tiene en Puebla lo dejó solo. La soledad política duele mucho y es tan húmeda que se siente hasta los huesos.
Las razones son muchísimas y todas justificadas, para que se otorgue este desprecio a Lorenzo Jr.
Desde el Ayuntamiento que encabeza y desde su grupo político, en el que también está como patriarca su progenitor, Lorenzo Rivera Sosa, se coquetea, se jura amor intenso y se da apoyo a Moisés Ignacio Mier Velazco, el coordinador de los diputados federales del Movimiento Regeneración Nacional (Morena).
Se suben a la nube negra y la inviable pretensión electoral del socio de José Arturo Rueda, preso hoy en Tepexi de Rodríguez.
El político multicitado en señalamientos de presuntos delitos de lavado de dinero es la apuesta de Lorencito, de Lorenzo y de su grupo.
Pero eso implica compromisos en un terreno, el de Mier, minado y oscuro y además representa la traición al PRI, al escaso PRI poblano que lucha por la sobrevivencia.
¿Cómo puede Lorenzo Jr. jurarle amor a uno de los asistentes a su informe, el alcalde capitalino Eduardo Rivera Pérez, cuando se va a la vera con Mier, apenas la luz se esconde en Chignahuapan?
El grupo de los Lorenzos -Lorencito, su papá y demás prole Rivera- también le pone alfombra roja a Alejandro Armenta y le mienten. Es amor político fingido. Ya lo sabe ahora el senador.
Los Lorenzos compran y venden su supuesta supremacía en la región, pero olvidan que fue el partido tricolor quien les dio la posibilidad y la oportunidad de afianzarse.
La promiscuidad política de Lenchito (así le suelen decir también al ambiguo ideológicamente joven político) se conoce en todos los círculos del poder en Puebla y en la Ciudad de México. En el vetusto edificio de Insurgentes Norte, sede del PRI Nacional, se tienen los pormenores.
No es confiable el presidente de Chignahuapan, ni siquiera para sus múltiples y multicolores aliados. Lo saben y lo usan. Sólo lo usan.
Él y los suyos se sienten líderes de peso, pero un político sin partido, en estos tiempos y en este sistema, es cascajo.
El balance administrativo en Chignahuapan tampoco es bueno. Hay, apenas a un año de que Lorencito rindió protesta, claras huellas de irregularidades. Muchas.
Un alcalde que ha caído en el desagrado del poder, incluso de su partido, no lleva buen futuro.
Qué grande es la pobreza, cuando solamente se tiene dinero.
COLOFÓN: “El cariño comprado ni sabe querernos ni puede ser fiel”, reza la canción “La que se fue”, del enorme filósofo popular José Alfredo Jiménez Sandoval.