¡Síguenos!Marcelo Luis Ebrard Casaubon nunca tuvo, en realidad, al menos desde hace un año, posibilidades de vencer a Claudia Sheinbaum Pardo en la contienda interna del Movimiento Regeneración Nacional (Morena).
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En el resumen de más de 365 días, ella ha ido permanentemente arriba en la mayoría de las encuestas serias, mientras él va siempre en segundo sitio y con ligeras bajas.
En la lógica aritmética, la derrota del ex titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) ha estado muy cantada.
Si en algún momento hubiera podido alcanzarla, evidentemente desperdició esa posibilidad. Los actos en sus recorridos han sido, en muchos ejemplos, anodinos y hasta aburridos.
Faltan ya solamente siete días para el final de los recorridos de las llamadas corcholatas y, ante la evidencia, será la ex jefa de Gobierno de la Ciudad de México la ganadora del proceso, que la colocará en la antesala de la candidatura morenista a Palacio Nacional.
Sin ánimo de demeritar su esfuerzo, el excanciller arrancó sus pasos cargando ya una pesada derrota, cuando el pasado 19 de julio comenzó el proceso para definir la titularidad de la Coordinación Nacional de los Comités de Defensa de la Cuarta Transformación (4T).
Probablemente, había esperanza en él y en sus seguidores, pero estaba muy enunciado que sería casi imposible escalar en el ánimo popular, que finalmente es lo que medirá la encuesta.
Al llegar la víspera de las definiciones, Marcelo Luis ha decidido ir por la negociación, no por el triunfo.
Él y su grupo político, que es nutrido e importante, quieren gubernaturas, diputaciones, senadurías y puestos en el gabinete de Claudia Sheinbaum.
La única posibilidad real que tienen para conseguir esas posiciones es presionar, chantajear y victimizarse. Es la tan repetida estrategia del pataleo.
Porque la verdad es que no hay ninguna posibilidad de que Morena enfrente una ruptura. Marcelo Luis no tiene a dónde ir.
Ningún partido le puede ofrecer siquiera la posibilidad de conseguir posiciones políticas suficientes, para la sobrevivencia política o para proyectar una fuerza emergente para el futuro de su grupo político.
En otras palabras, el también exjefe de gobierno del entonces Distrito Federal está perdido sin Morena.
Necesita más al partido lopezobradorista de lo que Morena lo necesita a él y a su grupo político, que la semana pasada emergió vociferante, para descalificar a la puntera y próxima candidata presidencial, Claudia Sheinbaum Pardo.
El chantaje desgarrador hoy es la divisa de Marcelo junto con, por supuesto, su capital político y su grupo, que no son nada despreciables.
Pero al fin de cuentas, él, sus diputados, sus senadores, sus apoyadores y sus simpatizantes, terminarán levantando la mano a Claudia y la apoyarán sin condiciones en la campaña constitucional de 2024.
Ella será también la candidata de los ebrardistas y Marcelo Luis la llamará Presidenta, cuando gane la elección constitucional, porque aspira a estar en su gabinete.
Marcelo Luis va por la negociación, por una bolsa de posiciones y privilegios lo más abultada posible.
Porque en la derrota también se puede ganar.
Marcelo Luis no está luchando contra lo que denuncia, contra la supuesta imposición y presunto desvío de recursos a favor de su compañera de Morena.
Marcelo Luis no está defendiendo su supuesta “ventaja”, porque sabe que no la tiene y nunca la tuvo.
Marcelo Luis quiere un pedazo del pastel.
Marcelo Luis ha puesto en venta su derrota.
Y está pidiendo un precio muy alto.