¡Síguenos!Después de permanecer enterrada más de 200 años en tierra sagrada, la Piedra del Sol, o calendario solar, fue hallada de manera fortuita el 17 de diciembre de 1790, en el costado sur de la Plaza Mayor de la Ciudad de México cuando se realizaban trabajos de conducción de agua y empedrado.
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La arqueóloga Bertina Olmedo Vera, curadora-investigadora del Museo Nacional de Antropología en su texto titulado Piedra del Sol, nos dice: "a raíz de la destrucción de la ciudad de México-Tenochtitlán en 1521, los conquistadores removieron el monolito del recinto sagrado y lo colocaron con el relieve hacia arriba en la Plaza Mayor (hoy Zócalo), al poniente del Palacio Virreinal".
En este lugar permaneció varias décadas hasta que en la segunda mitad del siglo XVI, el arzobispo fray Alonso de Montúfar mandó voltearla y enterrarla, pues decía que la piedra había sido obra del demonio y ejercía mala influencia en los habitantes de la ciudad.
Tiempo después fue encontrada al poniente de la segunda puerta del Real Palacio. Los trabajadores la sacaron del fango y la dejaron en posición vertical a un lado de la excavación.
Meses después, la Piedra del Sol fue empotrada de manera vertical en la torre poniente de la Catedral Metropolitana viendo hacia el oeste de la hoy calle Cinco de Mayo. El virrey Revillagigedo pidió que permaneciera a la vista pública para que se pudiera apreciar este gran monumento de la antigüedad indígena.
Por cierto, durante la ocupación norteamericana en México, los soldados estadounidenses practicaron el tiro al blanco en su cara, es por eso que está tan maltratada en el centro.
Texto: Historias de tierra sagrada, mi México