¡Síguenos!1972: ocurre el accidente aéreo de Los Andes, un avión uruguayo, el Fairchild FH-227, que transportaba 40 pasajeros y cinco tripulantes a Chile, -de los cuales muchos eran estudiantes y jugadores de un equipo de rugby-, se estrelló en la cordillera de los Andes, por un error de maniobra del piloto sobre el Glaciar de las Lágrimas a 3.600 metros sobre el nivel el mar.
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Se precipitó a tierra el vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya, conocido para la posteridad como “el milagro de los Andes” tras salvarse un tercio de sus tripulantes.
En su navegación, el piloto de la Fuerza Aérea Uruguaya enfrentó condiciones climáticas adversas, que hicieron al avión perder el rumbo y desviarse más de 100 kilómetros de su tránsito aéreo.
La aeronave se estrelló con una cumbre a 4.400 msnm, situada entre el cerro El Sosneado y el volcán Tinguiririca, en el lado argentino de la frontera entre Argentina y Chile.
El aparato golpeó una segunda vez un risco del pico a 4.200 msnm, perdiendo el ala derecha, que fue lanzada hacia atrás con tal fuerza que cortó la cola del aparato a la altura de la ventanilla Nº 8. En este momento murieron instantáneamente cinco personas.
Al golpear el avión por tercera vez en otro pico, perdió el ala izquierda, quedando en vuelo únicamente su fuselaje, a manera de proyectil. Éste, aún con bastante velocidad, golpeó tangencialmente el terreno nevado y resbaló por una amplia ladera nevada y empinada de más de 1 km.
Algunos de los fallecidos quedaron comprimidos entre asientos o atrapados por ellos mismos. Otros sufrieron traumatismo craneoencefálico, lo que provocó su muerte, mientras que otros quedaron atrapados en sus asientos sin posibilidad de zafarse.
Increíblemente, algunos pasajeros resultaron ilesos o con tan solo heridas leves. Hubo otros pasajeros con heridas internas graves que fallecieron en horas posteriores.
De las 45 personas en el avión, trece murieron en el accidente o poco después, otros cuatro fallecieron a la mañana siguiente. Los 27 restantes se enfrentaron a duras condiciones ambientales y climáticas con temperaturas entre -25 a -42 °C.
Los supervivientes fabricaron elementos y utensilios ingeniosos tales como alambiques, guantes con los forros de los asientos del avión y botas con los cojines para evitar hundirse en la nieve y paliar la hipotermia.
El punto máximo de la supervivencia de 72 días que perduraron, llegó con la decisión de alimentarse de los cuerpos de los compañeros muertos. Acción que les permitió no morir de inanición.
Una vez fueron rescatados por helicópteros chilenos, los supervivientes reconocieron y justificaron que habían tenido que recurrir a la antropofagia para poder sobrevivir.
En un principio lo negaron, alegando que en Mendoza habían adquirido grandes cantidades de chocolates, conservas, queso y licores. Pero el hecho quedó al descubierto cuando diarios chilenos publicaron fotografías de restos humanos cerca del fuselaje.