¡Síguenos!Un efecto que ha tenido la política agropecuaria que se ha instaurado en Puebla ha sido el destierro de los intermediarios, los llamados coyotes, que lucraban con el trabajo de los hombres y las mujeres de los surcos; también el fin a la perversidad clientelar con los apoyos, heredada del priato y el panismo, y el cese al financiamiento a grupos oportunistas, de falsos agroempresarios, con quienes los funcionarios del morenovallismo hicieron fortunas descomunales.
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La forma en que el gobierno de Miguel Barbosa distribuye los apoyos, insumos y genera inversión no ha gustado nada a los “beneficiarios” de antes: con el marinismo, los grandes empresarios que se enriquecieron más y que luego devolvieron los favores financiando las campañas políticas de varios ex funcionarios. O los convidados a la glotonería de la corrupción, que bebieron de la vid artificial que se creó con el dinero de los poblanos, que se echaron cientos de miles de pesos a las bolsas como “asesores” o se hicieron millonarios, más todavía, con negocios podridos como los mototractores.
Hoy están muy inquietos.
El mandatario poblano inauguró el viernes pasado la Segunda Edición Expo Café Orgullo Puebla 2021.
Con el morenovallismo, ya que hablamos de café, se intentó realizar un acto similar, con la diferencia de que, en el elitismo de ese régimen, se dejó fuera a los verdaderos productores y se confeccionó una reunión cupular, de empresas, “empresarios” y funcionarios. Fue un asunto muy amargo.
“En mí administración no hay simulación, estamos trabajando por todos los sectores, pero el campo, debido a que los apoyos son entregados directamente a las y los productores, sin la presencia de gestores como ocurrió en el pasado”, dijo Barbosa, el viernes pasado, y citó que se ha invertido anualmente un promedio de mil 300 millones de pesos del erario estatal.Hay otro monto importante que ha llegado en concurrencia con el gobierno federal o directamente de programas de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader) del gobierno lopezobradorista, con lo que se ha fijado el gasto para el campo poblano, tan solo en un año, por encima de lo que, por ejemplo, se gastó en sexenios enteros del pasado.
Contra los resabios y esos grupos y personajes, que reclaman sus tajadas de corrupción, es que hay una verdadera guerra, que no se ve, pero que todos los días busca embestir a la administración actual y, particularmente, a la titular de la Secretaría de Desarrollo Rural, Ana Laura Altamirano Pérez.
Son los mismos que reclaman dinero público para negocios particulares; son los mismos que hicieron de temas como el mezcal, desde el lucro corrupto, su negocio personal; las organizaciones que, sin representaciones real, reclaman dinero en efectivo e insumos, para hacer caravana con sombrero ajeno.
Son los “agroempresarios” que bajaban millones de pesos, pero que en la “gestión” se quedaban con 80 por ciento y a los campesinos les daban migajas.
Es a esos “especialistas”, “gurús del campo”, que tanto duelen actos como la Expo Café, que terminó este domingo y que ha hecho de Puebla referente internacional como estado cafetalero.
Las voces detractoras son las mismas que, cuando pudieron, nada hicieron.
“Cómo hacer buen vino de una cepa enana”, reza uno de los versos del enorme Joan Manuel Serrat, en su “Romance de Curro el Palmo”.