¡Síguenos!La elección de este lunes que, según está pronosticado, ganará con contundencia la investigadora María Lilia Cedillo Ramírez, para convertirse en la primera mujer rectora de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), perfila también otros escenarios inéditos que, más allá de la anhelada utopía, podrían por fin ocurrir.
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El actual proceso que, por la pandemia, tuvo sus campañas de manera virtual, ha dejado también una suerte de desintoxicación en la Máxima Casa de Estudios del estado.
Los anquilosados grupos políticos que, desvelados en el pasado, se habían erigido como los “dominantes” o como “dueños” de la estirpe universitaria, fueron anulados.
Esa realeza rancia ha caído porque finalmente no tuvo ya eco y se ha comprobado que estuvieron en los últimos años sobrevalorados.
Cedillo es una universitaria con todas las credenciales académicas por lo alto y es también un fuste de su comunidad, luego de 39 años en las aulas, laboratorios, consejos y muchos órganos de la BUAP.
Sin embargo, su candidatura no tuvo solamente el respaldo de la nomenclatura añeja de la Universidad, sino que entusiasmó también intensamente a los nuevos docentes y trabajadores que están comenzando a involucrarse con contundencia en la vida política de la institución. También ha tenido el respaldo de la mayoría de los estudiantes.
La doctora Cedillo Ramírez no es ajena al grupo del rector Alfonso Esparza Ortiz. Al menos, no es antagónica y por mucho es la candidata que más ha convenido en esta sucesión a quien deja la Rectoría.
Pero tampoco es de su burbuja ni ha sido beneficiada en los últimos años con el rectorado de Esparza, quien ahora tendrá que enfrentar las acusaciones y los procesos por la presunta corrupción, desde la condición de ciudadano común o al menos sin la investidura que le permitió más de una ocasión aludir alevosamente a la autonomía universitaria, para defender sus intereses particulares.
Sobre eso, Lilia Cedillo dejó claro, el viernes pasado, en el último día de campaña, que también puede ser bajo su mando la BUAP una institución diferente en la que, por primera vez en décadas, no esté vinculada la Rectoría con señalamientos de corrupción.
No es menor su ofrecimiento de fortalecer la transparencia en el uso de los recursos de la institución, cuando por la rectoría han pasado personajes hoy convertidos en magnates: el actual, antes Enrique Agüera Ibáñez, antes José Enrique Doger Guerrero y así un etcétera.
El ofrecimiento implícito de Lilia Cedillo de frenar el decadente saqueo a las arcas universitarias es una buena noticia.
También y en referencia al último rectorado que ya agoniza, la investigadora ha recalcado que, con respeto, se buscará una mejor relación con el gobierno del estado.
“Quiero mostrarme abierta hacia una relación con el gobierno del estado respetuosa, donde estemos dispuestos a dar cuentas pulcras e impecables de todos los recursos que nos sean asignados”.
La toxicidad que los rectores de la BUAP han tenido con los partidos políticos, también pareciera ser una posibilidad que se anule de tajo, con la llegada de Cedillo.
La salud de la Universidad es, al fin de cuentas, un tema de todos los poblanos, hayamos o no pasado por sus aulas.
La decisión la tomarán este lunes los universitarios, en votación electrónica desde las 08:00 hasta las 18:00 horas.
Y no hay que perder de vista que una nueva casta de universitarios, que también implican un relevo generacional, está hoy apareciendo dispuesto a apropiarse, en el mejor de los sentidos, de las decisiones en su Universidad.
Que llegue para bien.