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El Papa Francisco fue ingresado al hospital el 14 de febrero debido a complicaciones respiratorias causadas por una bronquitis persistente. Más tarde, su condición se agravó al desarrollar neumonía en ambos pulmones, lo que ha requerido un tratamiento intensivo con antibióticos y esteroides.
El Papa Francisco, quien lleva semanas bajo atención médica, ha sido evaluado por un equipo de expertos, incluidos los médicos de la Universidad de Oxford y Johns Hopkins. La Dra. Meredith McCormack y el Dr. Andrew Chadwick han destacado los riesgos elevados para una persona de su edad y su dependencia de dispositivos para ayudar con la respiración.
Aunque la situación del Papa es estable, su pronóstico sigue siendo incierto. Los médicos indican que la neumonía es grave y que su recuperación podría ser más larga de lo esperado. La falta de respiración autónoma completa es una señal preocupante.
Según los especialistas, la recuperación del Papa será lenta. Cada semana de hospitalización podría alargar su proceso de rehabilitación. Además, se prevé que los efectos a largo plazo de la neumonía severa afecten diversas áreas de su salud, como la movilidad y la memoria.
El Vaticano sigue comunicando avances y su reciente audio en el que agradece a los fieles es visto como una señal positiva, aunque su situación sigue siendo monitoreada de cerca.