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CIUDAD DE PANAMÁ – El sábado, Panamá liberó a decenas de migrantes que habían estado detenidos en un campamento remoto tras ser deportados de Estados Unidos. Estos migrantes, provenientes de países como Afganistán, Rusia, Irán y China, se encontraron en una situación de incertidumbre, pues las autoridades panameñas les otorgaron 30 días para abandonar el país, sin ofrecerles un camino claro hacia el asilo o la regularización de su estatus.
Los deportados, entre los que se encontraba Hayatullah Omagh, un afgano de 29 años que huyó del régimen Talibán, enfrentan un futuro incierto. Omagh expresó su desesperación al decir que no podía regresar a su país por temor a ser asesinado por los talibanes, pero tampoco veía opciones viables para quedarse en Panamá.
Las autoridades panameñas, que anteriormente habían colaborado con Estados Unidos para frenar la migración, aseguran que aquellos que necesiten más tiempo podrán extender su estancia por 60 días. Sin embargo, muchos de los migrantes liberados no saben qué les depara el futuro, ya que varios expresaron su deseo de continuar su viaje hacia el norte, hacia Estados Unidos.
Grupos de derechos humanos han denunciado las condiciones en las que estos migrantes fueron mantenidos en el campamento, que incluía falta de acceso a servicios médicos y legales. Las autoridades de Panamá, por su parte, han rechazado las acusaciones de maltrato, pero admiten que algunos migrantes necesitarán apoyo adicional para poder regularizar su situación.