¡Síguenos!Sin embargo, un triunfo no basta, es condición indispensable arrasar, desde la visión de Andrés Manuel López Obrador.
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Por eso el calendario del Presidente de la República avanza con prisa las hojas y las fechas corren veloces en sus planes.
En la reunión del pasado 28 de abril con la bancada morenista del Senado de la República en Palacio Nacional, el tabasqueño urgió a su partido a que en julio próximo, es decir, dentro de dos meses, haya ya una candidata o un candidato presidencial.
La instrucción del líder máximo llegó a los morenistas ahí reunidos, entre ellos los tres aspirantes varones y la mujer, Claudia Sheinbaum Pardo, con contundencia y absoluta claridad.
Estaba el mandatario recién recuperado del tercer contagio de Covid que sufrió y que se vio envuelto en misterio y versiones de que había sufrido un padecimiento más grave.
López Obrador reapareció ese viernes 28 de abril en su mañanera y luego reunió a los senadores, entre ellos al poblano y presidente de la Mesa Directiva, Alejandro Armenta.
Hay que decirlo con claridad: ese día les tiró línea a los legisladores respecto de la veintena de reformas que debían sacar al final del periodo ordinario de sesiones, que concluyó oficialmente el 30 de abril y que fue especialmente accidentado. Incluso hubo que cambiar de sede y sesionar en el patio de la histórica Casona de Xicoténcatl, la antigua sede senatorial, por la toma de tribuna de la oposición.
La versión sobre la instrucción del Primer Mandatario para designar a la candidata (o poco probablemente candidato) a la Presidencia, la recogieron puntualmente medios como El País, El Universal, Político.mx y otros más.
Se trata de una información, como en casi todos estos casos, de fuentes sólidas, pero anónimas, de personas que participaron en ese encuentro.
Semanas antes de esa clara instrucción de Andrés Manuel, el presidente del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) del Movimiento Regeneración Nacional (Morena), Mario Martín Delgado Carrillo, había anunciado que en junio estará la convocatoria para elegir al candidato presidencia y, casi de inmediato, se efectuará la primera encuesta.
Eso sigue firme, aunque deberá ser con mucha agilidad.
La prisa del Presidente encuentra lógica en que en julio estará fresca la efervescencia y el ritmo de operación electoral que dejarán los procesos de Coahuila, en donde se prevé una derrota morenista, y el Estado de México, en donde todo indica que el actual régimen arrebatará la joya de la corona electoral al PRI. La cita en las urnas en esas entidades es el 4 de junio.
También se trata de ganar tiempo, para atajar cualquier dificultad que se presente, incluido un probable descontento interno de quienes no sean elegidos.
El tabasqueño obtuvo en 2018, oficialmente, 30 millones 113 mil 483 votos. Ganó casi tres a uno a su contrincante panista y humilló al abanderado priista, quien no pudo sumar ni un tercio de lo que consiguió el entonces candidato de la coalición Juntos Haremos Historia.
No es admisible que quien aspire a sucederlo tenga menos, porque además la Lista Nominal se ha incrementado.
No basta ganar, hay que arrasar.
Por eso las prisas, porque se requiere que la candidata (o casi improbable candidato) tenga más tiempo para caminar el país y sumar simpatías.
Se requieren más meses para ganar más voluntades y afinar mejores estrategias.
Si se cumple efectivamente el emplazamiento de Andrés Manuel, la candidata (o poco posible candidato) tendrán casi un año para construir un irrefutable y arrollador triunfo.
La orden está clara. Las prisas son para que no haya pretextos.