¡Síguenos!Cuando el Presidente de la República descartó, el viernes de la semana pasada, a la secretaria de Energía, Norma Rocío Nahle García, como posible candidata a la gubernatura de Veracruz para 2024, en donde se daba por hecho su postulación por Morena, ese golpe de autoridad tuvo un impacto contundente, y aún no suficientemente analizado, en Puebla.
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Las proyecciones daban por descontado que la zacatecana de nacimiento sería la abanderada del régimen en la tierra de la “Luna de Plata” y, con ello, se solventaría ya una de las cinco candidaturas femeninas a una gubernatura, que por fuerza el morenismo y sus aliados, como todos los partidos o coaliciones, deben postular dentro de dos años.
Al bajar Andrés Manuel López Obrador a Nahle, además de abrirle la posibilidad y la incógnita a los veracruzanos, genera un apretado panorama, en cuanto al género, para las postulaciones de los otros ocho estados -en total son nueve-, que tendrán relevo del titular del Ejecutivo en 2024.
Sin embargo, el impacto es especialmente severo para Puebla, en donde Morena podría encontrarse con la ineludible obligación de presentar como abanderada a una mujer.
Veamos: en las elecciones de 2021, cuando se disputaron 15 gubernaturas, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) dio la razón al Instituto Nacional Electoral (INE) en la resolución que estableció que, al menos siete de esas candidaturas, debían ser para mujeres, siguiendo el principio de paridad de género, que se ocupa para otros cargos, como los legislativos.
El criterio se ha seguido aplicando. En 2024, cuando se elija al nuevo titular del Ejecutivo en Puebla, otras ocho entidades renovarán también la gubernatura. Son en total nueve en juego.
Al menos cinco de esas postulaciones, como obligación para todos los partidos y para todas las coaliciones, deberán ser para mujeres.
¿Por qué cinco y no solamente cuatro? Porque las autoridades, en todos los casos en que se involucran resoluciones sobre grupos vulnerables o sectores históricamente agraviados, como es el caso de las mujeres, deben tener resoluciones que enfaticen a favor de su reivindicación. O sea, llevan las de ganar quienes han sido tradicionalmente olvidados. A eso se le llama “acción afirmativa”.
Al ser un número impar de candidaturas, nueve en total, incluida Puebla, los partidos podrían postular solamente cuatro mujeres y cinco hombres, pero se arriesgan a que en los tribunales electorales les tumben alguna, como ya ha ocurrido.
Cinco es el número de candidatas, con cuatro hombres, que conviene a los partidos y a las coaliciones en esas nueve entidades: Ciudad de México, Chiapas, Guanajuato, Jalisco, Morelos, Puebla, Tabasco, Veracruz y Yucatán.
Ahora bien, de manera natural, Puebla es el estado con el quinto Padrón Electoral más grande del país. Ganar aquí es importantísimo, además de las razones locales, por el número de votos que aporta el estado a la elección presidencial, que también se juega en 2024.
Pero, además, es el cuarto padrón más importante de los nueve estados que disputarán gubernaturas.
Conclusión: Puebla podría requerir forzosamente candidata mujer, con más probabilidad de lo que los aspirantes varones de Morena, para empezar y, por ejemplo, han ponderado.
El caso de Nahle y Veracruz ponen todavía más a Puebla en esa ruta.