¡Síguenos!El trabajo infantil alcanzaba a 3.3 millones de niños, niñas y adolescentes con edades de 5 a 17 años en 2019, pero el impacto de la pandemia en la economía de los hogares podría elevar esa cifra a 3 millones 850 mil, un aumento de 16.5%, de acuerdo con cálculos de Aristegui Noticias hechos a partir de datos del Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática (INEGI).
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Este organismo reportó el pasado 23 de marzo que 5.2 millones de estudiantes con edades de 3 a 29 años no se inscribieron en el ciclo escolar vigente 2020-2021, de los cuales 2.3 millones lo atribuyeron a la pandemia y 2.9 millones a la falta de dinero o de recursos, según su Encuesta para la Medición del Impacto de Covid-19 en la Educación (ECOVID-ED) 2020.
Adicionalmente, 3.6 millones no se inscribieron porque tenían que trabajar, sobre todo los mayores de 20 años, en tanto que la población estudiantil que no volvió a la escuela en agosto pasado debido a que sus padres o tutores se quedaron sin trabajo sumó 1 millón 315 mil 600.
La situación es brutal, y se ha agravado con los recortes presupuestales a programas dirigidos a este sector de la población, señaló Juan Martín Pérez García, director ejecutivo de la Red para la Protección a la Infancia en México (REDIM).
“Hay una visión adultocéntrica del tema. Es lamentable lo que enfrentamos”, subrayó.
La pandemia ha golpeado con rudeza a niños y adolescentes, en un principio con el cierre de escuelas, que afectó a 30.1 millones de estudiantes de educación básica y media superior, y luego con las clases a distancia, pues 48.5% de las familias encuestadas por el INEGI en el reporte ECOVID-19 reportaron dificultades para que sus infantes continuaran las clases debido a la falta de computadora o conexión a internet, en tanto que 1.4 millones declaró no contar con señal de televisión digital, agrega el organismo en su Balance Anual REDIM 2020.
Para hacer compatibles los datos de ECOVID-ED 2020 con la Encuesta Nacional de Trabajo Infantil (ENTI) dada a conocer el pasado mes de diciembre y que reporta datos de 2019, de la encuesta sobre inscripción escolar al ciclo 2020-2021, Aristegui Noticias tomó únicamente los datos de los estudiantes de 5 a 17 años, y solo la que argumentó que no se inscribió en el ciclo escolar en curso debido a la falta de dinero o de recursos y a los que indicaron que abandonaron porque tenían que trabajar, y se agregaron aquellos que atribuyeron su abandono de las clases al Covid-19 por haber producido que uno de los padres o tutores perdiera su empleo.
Entre los niños de 4 y 5 años, 50 mil refirieron que no continuaron en la escuela por falta de dinero o de recursos, pero solo se consideraron 25 mil debido a que la encuesta de trabajo infantil considera a los niños de 5 años en adelante.
Entre los adolescentes de 13 a 15 años, 72 mil arguyeron que no se inscribieron por la falta de dinero o recursos y 35 mil porque tenían que trabajar.
Mientras que, en la población estudiantil de 16 a 18 años, 346 mil dijeron que no se inscribieron a causa de la falta de dinero o de recursos y 272 mil porque tenían que trabajar, lo que suma 618 mil estudiantes, pero como la encuesta de trabajo infantil solo considera a jóvenes de hasta 17 años, de este grupo solo se consideran a 309 mil.
Hasta aquí, 419 mil niños y adolescentes la de 5 a 17 años no se inscribieron al ciclo escolar vigente debido a la falta de dinero o de recursos, o porque tenía que trabajar, pero en vista de que, entre los motivos asociados al Covid-19 para no inscribirse a la escuela, 25.3% señaló que alguno de sus padres o tutores se quedaron sin trabajo, se aplicó ese porcentaje al acumulado de 419 mil, resultando la cifra de 124 mil, con lo que el total se eleva a 543 mil.
Desde junio de 2020, luego de seis meses desde la aparición del coronavirus, ya se preveía que la pandemia aumentaría el trabajo infantil en el mundo y que amenazaba con desvanecer el logro de reducir en 94 millones el trabajo infantil desde el año 2000, según un estudio de la Oficina de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
“Millones de niños corren el riesgo de tener que realizar trabajo infantil como consecuencia de la crisis del COVID-19, lo que podría propiciar un aumento del trabajo infantil por primera vez tras 20 años de avances”, alertó el reporte.
Adicionalmente, los niños que ya trabajan podrían tener que hacerlo durante más horas o en peores condiciones, y muchos podrían verse obligados a realizar las peores formas de trabajo, lo que causaría un daño significativo a su salud y a su seguridad, añadió.
Los efectos de la pandemia en la continuidad escolar se resintieron desde el año pasado, con 740 mil estudiantes de entre 5 y 29 años que no concluyeron el ciclo escolar, 59% por alguna razón asociada a COVID-19 y 9% por falta de dinero o de recursos.
Al ciclo 2020-2021 no se inscribieron 1.8 millones de estudiantes de 4 a 29 años que sí cursaron el ciclo escolar previo, de los cuales 1.5 millones asistieron a escuelas públicas y 243 mil a escuelas privadas.
“Con lo anterior se identifica la proporción del alumnado que no continuó o desertó del sistema educativo debido a la pandemia por el Covid-19 o debido a la falta de recursos económicos, según el tipo de sostenimiento, obteniendo que para las escuelas privadas represento el 7.1% y para las escuelas públicas 5.1%, esto en función del monto de inscritos en cada tipo de escuela en el ciclo escolar vigente”, señaló el INEGI, que precisó que de los 32.9 millones de población inscrita al ciclo escolar el año pasado, 90% está en instituciones públicas y 10% en privadas.
El trabajo infantil también venía en aumento antes de la pandemia, con 3.3 millones en 2019, una tasa de 11.5% de la población de 5 a 17 años, 100 mil más que en 2017, cuando la tasa fue de 11%, señaló el INEGI en su reporte ENTI.
El trabajo infantil crece en toda América Latina, pero a la cabeza están México, Centroamérica y Brasil, señaló Pérez García, de REDIM, luego de destacar que el impacto en niños y adolescentes de las medidas sanitarias tomadas por la pandemia no han tenido prioridad para las autoridades federales del país.
En México, las tasas de trabajo infantil más altas se observaron en Oaxaca, con 21.5%, y en Puebla y Chiapas, con 18.3% en cada uno de estos estados, en tanto que las más bajas se registraron en Baja California y Ciudad de México, con 5.3% y 5.4%, respectivamente, de acuerdo con el reporte de INEGI.
La REDIM considera que el gobierno actual, antes que atender los problemas que padece este sector de la población y que agravó la pandemia, optó por retirar apoyos.
“En medio de la pandemia se anunciaron nuevos recortes presupuestales que afectan la garantía del derecho a la salud de niñas, niños y adolescentes, en al menos 16 programas. Entre los programas que desaparecieron de la Estructura Programática del Presupuesto de Egresos de la Federación 2020 (EPPEF) se destaca el Programa Prospera Inclusión social, en sus dos vertientes: salud y bienestar, así como el Programa de Estancias infantiles”.
Agrega que la disminución en el gasto para la atención de niñas, niños y adolescentes puso en riesgo la implementación de medidas de salud preventivas con el cuadro de vacunaciones, como muestra el crecimiento invisible de la epidemia de sarampión en el centro del país.
Otros programas desaparecidos en medio de la pandemia son Prospera Inclusión Social, en sus vertientes salud y bienestar, dice REDIM, así como el Programa de Instancias Infantiles, en tanto que el programa de Apoyo para el Bienestar de niñas, niños hijos de madres trabajadoras sufrió un recorte de casi 50% en 2019.
El presupuesto etiquetado 2021 para la atención a la infancia y adolescencia es de 791 mil 632 millones de pesos, apenas 0.2% más que en 2020. Pero no se asignaron recursos para la Estrategia Nacional de Atención a la Primera Infancia (ENAP), mientras que se recortó 19% el Programa de Salud Materna y Reproductiva, que incluye la planificación familiar y el embarazo adolescente, y también se redujo el presupuesto del Fondo de Aportaciones Múltiples en su componente de asistencia social, lo que podría afectar la provisión de servicios a través del Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (SNDIF), como son los desayunos escolares.
Con la pandemia, cientos de miles de niños y adolescentes se sentirán obligados a ayudar económicamente a sus familias.
Información: Aristegui Noticias