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Miguel y Lalo, 21 años después, el día en que revivió Puebla

El gobernador y el alcalde de la capital intercambiaron halagos y sellaron un pacto por el progreso de la capital del estado
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Diez años y muchas tormentas después, Eduardo Rivera Pérez regresó a la presidencia del ayuntamiento de Puebla capi­tal, con el ofrecimiento mutuo y lleno de halagos de tener una “sa­na” cohabitación con el goberna­dor Miguel Barbosa Huerta.

Con una impensable, en otros tiempos, mezcla de personajes de toda la escala de los signos partidistas y de toda la gama de ideologías, el alcalde para el pe­riodo 2021-2024 –producto de una alianza de cinco partidos, que encabezó Acción Nacional (PAN)– y el mandatario pobla­no –del Movimiento Regenera­ción Nacional (Morena)– sella­ron la promesa de un apoyo mu­tuo, con la ciudad como único objetivo.

En el Centro Expositor como escenario, apareció el refrendo de la amistad de los dos: Lalo y Mi­guel, como se decían desde hace 21 años, recordó el mandatario, sobre el tiempo aquel de la LVI­II Legislatura (2000-2003) de la Cámara de Diputados, cuando arrastraron el lápiz juntos en la Comisión de Gobernación, para sacar adelante las primeras ini­ciativas sobre transparencia.

Con una larga lista de invita­dos de “primer nivel”, entre ellos el ex habitante de Los Pinos, Fe­lipe de Jesús Calderón Hinojo­sa, quien todo el acto se la pasó en llamadas al teléfono, Eduar­do Rivera abrió su discurso, tras rendir protesta, evocando los días de la persecución de que fue objeto en su anterior encargo municipal, entre 2011 y 2014, cuando el morenovallismo feroz casi lo exilió y lo inhabilitó.

Por cierto, dos de sus verdu­gos de entonces como diputadas locales, Silvia Guillermina Tanús Osorio y Susana del Carmen Riestra Piña, están hoy en su go­bierno; la primera como secreta­ria general del Ayuntamiento, y la segunda, quien fue una morenovallista hasta la ignominia, es regidora.

SIN APLAUSOS PARA CALDERÓN

En la presentación de los invita­dos especiales de estatura nacio­nal, una vez que el gobernador y los presidentes de los poderes Le­gislativo y Judicial del estado ha­bían entrado, Barbosa no aplau­dió cuando fue presentado Cal­derón, quien de por sí no levantó tantas palmas de los asistentes.

Sólo hasta que vino la presen­tación de su esposa, Margarita Zavala, el gobernador descruzó los brazos para unirse a la bien­venida.

Con ellos, vino la presenta­ción de los dirigentes partidis­tas, de una veintena de senado­res, principalmente de PRI, PAN y Morena, entre ellos Josefina Eugenia Vázquez Mota, Miguel Ángel Osorio Chong, Nadia Na­varro, Damián Zepeda Vidales, los poblanos Nancy de la Sierra Arámburo y Alejandro Armenta Mier.

Una pausa especial para los aplausos se abrió cuando fue presentada la panista Ana Te­resa Aranda Orozco, hoy dipu­tada federal.

Los protocolos se cuidaron al grado del respeto al simbolismo. En toma de la rendición de pro­testa de Eduardo, sólo aparecieron a cuadro edil y gobernador.

Rivera Pérez resaltó el espíri­tu resiliente y soñador que lo lle­vó a sortear la persecución morenovallista y que al final triunfó la justicia, cuando el hoy finado exgobernador intentó anularlo jurídicamente, para evitar que continuara con su carrera polí­tica, previendo su crecimiento.

Sin regateos, Eduardo saludó al gobernador, envió un mensaje de solidaridad a los fallecidos por COVID-19 y sus familias, y agradecimiento a Dios.

Presumió su “victoria histórica”, por más de 20 puntos sobre la alcaldesa que salió entre acusaciones penales y con los peores resultados en la historia de la capital poblana. Recordó Eduardo Rivera que él es el primer alcalde que alcanza la reelección en Puebla capital.

20 AÑOS NO ES NADA

En su alocución, el panista de origen resaltó el diálogo y acercamiento que ha tenido con Barbosa, que viene de hace dos décadas.

“Voy a corresponder”, adelantó al mandatario. “Juntos pondremos en práctica acuerdos…”, dijo y ofreció que “no habrá confrontación” –contrario a lo que ocurrió con su antecesora, a pesar de que pertenece al mismo partido que el mandatario poblano–, “sino resultados”.

Fue un pacto que el presidente municipal y el gobernador hicieron a la luz pública y con muchos ojos de testigos. Miles.

Tras ofrecer resultados y diagnósticos en los próximos 120 días, sentenció que “no llegamos a aprender… No tenemos tiempo que perder… Ahora sí habrá coordinación con el gobier­no del estado”.

Ofreció que Puebla será “la mejor ciudad para vivir”.

Un espacio especial tuvieron las mujeres y la defensa que, dijo, hará su gobierno de ellas y sus derechos; subrayando apoyo a las mujeres: “¡Que vivan las mujeres!”

Por cierto, el Himno Nacional fue interpretado magistralmente por la soprano Elisa Ávalos Mar­tínez, integrante del grupo “Los tonos humanos”.

LA SANA COHABITACIÓN

En su oportunidad, con tono solemne al principio y luego hasta bromista, el gobernador hizo un repaso del pasado proceso electoral. Dijo que se requiere que haya “autoridades fuertes… Es la primera vez que el estado no se metió. El gobierno no tiene el control de los órganos electorales. Nadie le puede atribuirle injerencia”.

Vino también el ofrecimiento de la cohabitación, una “relación sana”. Miguel reconoció en Lalo –luego de recordar que con esa familiaridad se llamaban ha­ce 21 años en el Palacio Legisla­tivo de San Lázaro– a un hom­bre decente y un político experimentado.

“Voy a estar del lado del ayuntamiento… No más obras suntuosas… Obra social… Lucha contra desigualdad y pobreza… Gobernar es un acto de emoción… Debemos tener gobiernos honrados, austeros y transpa­rentes… al poder hay que quitarle la opulencia, la frivolidad y la fantochería;… Gobernar con el corazón”, resumió el titular del Poder Ejecutivo.

Luego, su alocución se tornó de calidez franca: “Te espero es­ta semana, Lalo”, le dijo, y recor­dó que así trabajaron juntos hace 21 años en San Lázaro.

Bromeó el gobernador sobre el agua potable, que es un tema al que, dijo, le tiene miedo Eduardo: “Es mío, pero también es de él”, remató.

CÁRCEL PARA QUIEN LA MEREZCA

Miguel Barbosa Huerta reconoció que no ha habido coordina­ción en seguridad con la zona conurbada, donde se cometen 45% de los delitos en el estado. Y sentenció que “a Puebla ca­pital nos la dejaron controlada por mafias y tenemos que rescatarla”.

Y lanzó, entonces, una advertencia que pareció tener clara alusión a la exalcaldesa Claudia Rivera Vivanco, y los señalamientos por decenas que hay de su presunta corrupción.

“Quien haya cometido un abuso en los recursos públicos, que se vaya a la cárcel”, sentenció Miguel Barbosa.

“Auguro tres años de progre­so… En mí no va a encontrar un obstáculo… Vamos bien. Tene­mos un gobierno consolidado y hay estabilidad política…

“¡Que reviva Puebla!”, remató Barbosa, como lo hizo en una arenga especial el 15 de septiembre, en la ceremonia de El Grito.
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