¡Síguenos!China abrirá más su economía, reducirá sus aranceles y aumentará sus importaciones, ha asegurado Xi Jinping. Defenderá también la globalización económica y protegerá la propiedad intelectual. El discurso del presidente chino en la inauguración de la colosal Exposición Internacional de Importaciones (CIIE) en Shanghái pronunció palabras conciliadoras a los socios comerciales que le reclaman medidas concretas para abrir los mercados chinos y ofrecer igualdad de condiciones a las empresas extranjeras. Pero, en plena guerra comercial con Estados Unidos, y a un día de unas elecciones legislativas cruciales en ese país, también lanzó un mensaje desafiante a sus críticos: “China ha padecido 5.000 años de tribulaciones y problemas, pero sigue aquí. Y en el futuro, siempre va a seguir aquí”.
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El presidente chino no mencionó en ningún momento al rival, sí le dedicó numerosas alusiones indirectas. “Cada país debería emplearse a fondo para mejorar su clima empresarial”, sostuvo, “uno no puede apuntar con el dedo los problemas de otro si no resuelve los propios”.
La CIIE es, según presume China, la mayor feria comercial del mundo, y un evento que se repetirá cada año a partir de ahora. Acoge a más de 2.800 empresas de 130 países, y concentra a más de 100.000 compradores profesionales. Pekín, que la ha promocionado con la importancia que concede a las cumbres internacionales de mayor postín, quiere demostrar con ella que está dispuesta a aumentar sus importaciones y aumentar el acceso de las empresas extranjeras a su mercado.
Aunque Xi la anunció por primera vez en mayo del año pasado, antes de que Washington y Pekín se enzarzaran en su guerra comercial, esta disputa es la gran protagonista de la feria. Estados Unidos no ha enviado a ningún alto funcionario en representación del país.
La OCDE sitúa a China en el puesto 59 en cuanto a apertura a la inversión de empresas extranjeras, de un total de 62 economías que analiza. Washington ─al igual que otros grandes socios comerciales chinos, como la Unión Europea o Japón─ alega que Pekín ofrece un trato de favor a las empresas chinas, dificulta o bloquea el acceso de las compañías extranjeras a numerosos sectores de la segunda economía del mundo e incumple las leyes internacionales de propiedad intelectual. Estados Unidos ha impuesto aranceles por valor de 250.000 millones de dólares a productos chinos, mientras que China ha respondido con tasas por 110.000 millones sobre importaciones estadounidenses.
La semana pasada, Francia y Alemania reclamaron a Pekín, mediante un artículo conjunto de sus embajadores en esta capital publicado en la revista económica Caixin, igualdad de oportunidades para las empresas europeas en China. “Estas medidas deberían ir más allá de ajustes arancelarios e intentar atajar las preocupaciones existentes desde hace tiempo sobre el comercio y las inversiones. Nuestra expectativa es una declaración clara del Gobierno chino que exponga detalles y calendarios para [adoptar] esas medidas”, escribían los diplomáticos. La UE no firmará ninguna declaración política durante la feria.
Por el momento, Pekín no ha respondido con la claridad ni el detalle que exigían los altos funcionarios.
En su discurso, Xi aseguró que su país “estimulará el potencial para aumentar las importaciones” y promoverá la cooperación multilateral y la globalización económica, con un lenguaje similar al que ya empleó en su intervención en el Foro de Davos en enero de 2017.
Sí prometió que en los próximos 15 años China importará bienes por valor de 30 billones de dólares, y servicios por valor de 10 billones. El año pasado compró bienes por valor de 1,84 billones de dólares, de los que una cuarta parte procedieron de Estados Unidos.
Pekín también acelerará la apertura de sus sectores de educación, telecomunicaciones y cultura, y seguirá aumentado el acceso a áreas como la minería, la agricultura o la manufactura, sostuvo el presidente chino.
Trump y Xi tienen previsto reunirse en los márgenes de la cumbre del G-20 en Buenos Aires a finales de este mes. Ambos conversaron la semana pasada por teléfono y el estadounidense mencionó que habían alcanzado “buenos progresos”.
Pero si no llegan a un acuerdo, el inquilino de la Casa Blanca ha amenazado con imponer sanciones sobre otros 267.000 millones de dólares en productos chinos.